Este desnudo, repujado con extraordinaria delicadeza, nos recuerda casi de inmediato, por su opulencia desproporcionada, el cuerpo de la Pequeña faunesa de pie, 1908, aunque aquí el carácter plenamente humano de la figura queda fuera de cualquier duda, sin menoscabo del primitivismo clásico y un tanto eclecticista que sugiere la postura, el gesto y las proporciones generales de la mujer, en cuya representación destaca el minucioso tratamiento del rostro.