Bodegón del cardo

Sánchez Cotán, aunque se dedicó casi por entero a la pintura religiosa, ha pasado a la historia no sólo como un gran bodegonista, sino como el pintor que definió las características del bodegón español a pesar de su reducida producción. Sólo se han identificado como suyos media docena de bodegones, algunos firmados y fechados, realizados entre 1602 y 1603.Uno de ellos es este Bodegón del cardo. A pesar de ser el más sencillo de todos sus bodegones reúne los rasgos que caracterizan su estilo, siendo el mejor compuesto.Cotán tenía unas extraordinarias dotes para la representación de las naturalezas muertas que también incluía, a modo de anécdotas, en sus cuadros religiosos. Era un virtuoso en la descripción de los más mínimos detalles que copiaba directamente del natural, hasta el punto de recrear aquello que el ojo no ve.Los bodegones de Cotán constan de pocos elementos ordenados en hilera y aislados unos de otros. Como encuadre utiliza una ventana que, en éste de El cardo nos ofrece ligeramente escorada, disponiendo los alimentos sobre el alféizar o apoyándolos sobre una de las jambas. No presenta los alimentos frontalmente sino que recurre a un punto de vista ligeramente alto para mostrar mejor los volúmenes de los objetos y aprovechar las sombras que éstos proyectan.La luz es un recurso fundamental sin la cual no se pude entender la grandeza de este cuadro. Una luz intensa procedente de un foco externo incide con dureza sobre los elementos situados en primer término. Pero se trata de una luz lateral (en este caso proviene de la izquierda) usada para conseguir varios efectos: por una parte, al no penetrar en el espacio que hay tras la ventana consigue un fondo oscuro sobre el que se recortan los volúmenes de los objetos fuertemente iluminados; por otra parte, al igual que sucede en la realidad, la luz rasante potencia la volumetría de los objetos y hace resaltar las imperfecciones de las superficies y las diferencias de texturas.Para conseguir mayor sensación de profundidad hace que algunos elementos, en este caso unas zanahorias, sobresalgan del marco de la ventana avanzando hacia el espectador, aprovechando para este fin las sombras oblicuas que proyectan.Como colofón a los recursos compositivos de que hace gala destaca el hecho de apoyar el cardo sobre la jamba de la ventana haciendo contrastar con dureza la verticalidad de la arquitectura con la línea curva que describen las pencas.A pesar de su aparente sencillez la obra se nos revela de una gran complejidad compositiva y un extraordinario estudio lumínico, que hacen de ella una obra cumbre de este género.La tipología de bodegón establecida por Cotán será la base de los bodegones realizados en las dos primeras décadas del siglo XVII, manteniéndose sin grandes variaciones a lo largo de gran parte de esa centuria. Otros pintores repetirán sin pudor sus esquemas compositivos, sus hallazgos técnicos e incluso los propios objetos representados, lo cual engrandece aún más su obra.