Rómulo Macció trabajaba sus obras desde una fuerte gestualidad, que en algunos casos alcanza monumentalidad pictórica con la figura, o desde una idea del contorno negro. En "Aquel hermano loco de Theo" coloca –como si fuera en una ventana o un espejo, ambos términos titulan otras obras del artista– la cabeza de Vincent van Gogh resuelta con líneas negras sobre trazos superpuestos y chorreaduras. Estas líneas continúan esgrafiadas en la banda roja superior. De la boca sale un globo, al estilo de las historietas, que contiene un busto, replicado en mayor tamaño en el lado izquierdo de tela, dominado por el azul. Es la representación de Theo. En el ángulo inferior izquierdo, probablemente se trate de los famosos girasoles, deshaciéndose. La figura no surge del caos, sino de una construcción intuitiva que apela a otra racionalidad, donde cuenta la interacción de líneas negras y trazos de colores puros –que pierden su pureza en el proceso– con la terminación abrupta del espacio. Lo gestual se superpone a la banda de color y, a la par, se contrapone al esgrafiado, que genera una trama nueva que no respeta los supuestos límites compositivos. Macció logra generar una estructura fuerte regida por sus propias leyes.
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