La Adoración de los Magos es una iconografía de fuerte raigambre en el arte cristiano que refleja, habitualmente, con fidelidad -al margen de la adecuación ambiental adaptada a la cronología de cada época- la narración evangélica de San Mateo, en la que unos magos procedentes de Oriente ofrecen al Niño su cofres con oro, incienso y mirra.
Sobre este tema, se conservan en este Museo dos versiones diferentes de Antonio García Reinoso, además de una tercera versión fechada en 1704 que toma como modelo las del maestro granadino.
Si confusa permanece aún la actividad de García Reinoso como pintor, no sucede lo mismo con su faceta como dibujante, celebrada desde antiguo por tratadistas e investigadores, con un personalísimo modo de hacer, que confirma lo dicho por Palomino en el siglo XVIII: tuvo gran facilidad en la invención, de que dejó gran copia de dibujos que los hacía con extremado primor. Presentan evidentes influencias del cordobés Antonio del Castillo, sin olvidar ciertos recuerdos técnicos de Herrera el Viejo y el uso de estampas flamencas.
Mínimas variantes presentan uno de los dibujos de García Reinoso y el del siglo XVIII, denotándose algunas diferencias compositivas más acusadas entre los dos firmados, en 1670, por el maestro granadino afincado en Córdoba, manifestándose en los tres casos el recuerdo de las Adoraciones de los Magos de Rubens hábilmente reinterpretadas, según Pérez Sánchez, con evidente personalidad.