El Museo de Huesca alberga una serie de obras pertenecientes al Museo del Prado en concepto de depósito. Se trata de un conjunto de pinturas pertenecientes, en origen, al Museo de la Trinidad, que aglutinó las obras procedentes de los procesos desamortizadores del siglo XIX de instituciones religiosas de Madrid, Toledo, Segovia y Ávila en el convento madrileño de la Trinidad Calzada, de ahí su nombre. En 1872 se decidió que sus fondos se integrasen en el Museo del Prado y gracias a los buenos oficios del prócer y erudito oscense Valentín Carderera, se logró que en 1879 un conjunto de 13 obras pasase a formar parte de las colecciones del entonces recién creado museo como depósitos. En la actualidad hay 12, tras el levantamiento de uno de ellos en 1986. Esta colección de depósitos del Museo del Prado forma parte de lo que hoy se conoce como “el Prado disperso”. De estos fondos destaca esta obra del Bautismo de Cristo realizada por Juan de Pareja, esclavo y ayudante de Velázquez. Obra de gran complejidad compositiva y riqueza cromática en la que se aleja del estilo de su maestro para aunar un sinfín de influencias: la de sus coetáneos, las composiciones de Veronés, el color de Tintoretto y la volumetría de El Greco.