Manuscrito iluminado de principios del XV que adquirió el apellido de su último poseedor, D. Pedro de Miranda, en el siglo XIX, aunque su origen está en relación con la familia del Arzobispo D. Rodrigo de Luna, prelado en la ciudad entre el 1449 y el 1460. Es considerado uno de los principales testimonios sobre la antigua liturgia compostelana y su salterio sigue una particular versión de la tradición mozárabe. Ademas, sus miniaturas presentan una riqueza importantísima en cuanto a las letras iniciales y orlas, basadas en los modelos castellanos de la época.