A Cristo le acompañan el apóstol Juan y las mujeres de Galilea entre las que se encuentran su madre, María, que sostiene su cuerpo y María Magdalena que le besa la mano. Miguel Cabrera representó este pasaje de la Pasión al interior de un sepulcro de roca y con la vista de un paisaje al fondo. Por la temática y la forma lobulada de la pintura, debió pertenecer a un programa iconográfico más amplio sobre la vida de Cristo, con otros episodios pasionarios que son narrados principalmente en los evangelios de Lucas y Juan.
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