Este cuadro es muy representativo del estilo de Manuel Barrón. En él se encuentran presentes muchos de los componentes de su mejor concepción paisajística. La naturaleza es la absoluta protagonista, siendo la escena de bandoleros mera excusa. En ella, una soberbia cueva natural hace las veces de bóveda que llena el cuadro casi en su totalidad, y enmarca el paisaje de la lejanía. La magistral captación de la luz es uno de los principales logros de esta composición.
En la parte inferior aparecen las figuras, diminutas, cuya presencia queda minimizada por la portentosidad del espacio natural. Aparecen por un lado los contrabandistas, en primer plano, en actitudes muy dinámicas, que intentan en vano su huída, y al fondo, un grupo de guardias civiles ataviados de gris, que vienen bajando por un risco, para capturarlos.
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