En la escena de la Dormición se representa a la Virgen en su lecho de muerte, con las manos cruzadas. Tradicionalmente, Cristo recibe en sus brazos el alma de su madre, en forma de niñita nimbada y fajada como un recién nacido. En este caso se figura a la Santísima Trinidad en lo alto de la imagen así como al grupo de apóstoles y arcángeles que acompañan a la Virgen.