El pintor representa en esta tabla el pasaje bíblico de la tentación y expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Las dos escenas del Génesis recogidas en el cuadro se ordenan cronológicamente por su disposición espacial dentro de la obra, jugando con la escala y la perspectiva. En primer plano aparece Eva con gesto grandilocuente señalando con su mano izquierda el Árbol del Bien y del Mal, que centra la composición, y en el que se enrosca la serpiente, mientras que con la derecha ofrece el fruto prohibido a Adán que, sentado y desnudo como su compañera, parece resistirse a la tentación. Los rodea un inmenso jardín, más parecido a un bosque, estructurado en diferentes planos para conseguir la perspectiva y profundidad. Un cielo, de luminosas nubes, sirve de fondo para destacar las minuciosas pinceladas de las copas de los árboles. La luz solar sabiamente estudiada, permite matizar los colores mediante veladuras que consiguen los efectos lumínicos y resaltar las calidades de los objetos. Ilumina la escena principal, en la que destacan las carnaciones lívidas y blanquecinas de los personajes, recortando hábilmente las siluetas de la vegetación y proporcionando destellos brillantes al reino animal que, en todo su esplendor, se distribuye por gran parte de la composición.
A la derecha, en un segundo plano, se aprecia la escena de la expulsión del Paraíso por el ángel con la espada de fuego, cuadro dentro del cuadro, que constituye el eje central de la segunda y más lejana zona de iluminación. Una riquísima paleta y una brillante gama cromática, completan esta detallada y minuciosa composición en la que el soporte, la tabla, ayuda a conseguir una factura tersa y preciosista, similar a un esmalte.
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