Cuando llegó Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) en Sitges a finales de 1891 descubrió un mundo de nuevas sensaciones; el calor del sol, las calles, los patios de las casas y, sobre todo, el sentímiento noble y generoso de sus habitantes.
Una de las obras que muestran ese interés de Rusiñol por capturar la luz del Mediterráneo es este rincón, donde el artista representa, en primer lugar, el jardín de los guardianes de la ermita del Vinyet de Sitges.
Merece la pena fijarse en la pica bautismal del siglo XIV que Rusiñol incorporó en el Cau Ferrat y que actualmente se encuentra, en medio de una de las salas del museo.
Una vez más, Rusiñol cautiva por su forma de plasmar la luz de Sitges.