Esta vez me transporto a una práctica de nuestros aborígenes, y luego de este viaje trascendental legitimizo mi "ubicación contemporánea" con el uso de un “oro virtual”, es decir un oro artificial, el que me puede proveer la sociedad de hoy: acrílicos, oleos, hojas de oro, y aerosoles dorados, lo cual nos da la ilusión de tener un fácil acceso a este metal, pero en realidad el acceso es sólo a su apariencia, a su luz y a sus reflejos. Pienso en el esplendor de una rara colección de piezas bañadas en luz, operando en el espacio con una identidad adaptada a una estética de renovación.