A un momento avanzado de la producción pictórica de Juan de Valdés Leal ha sido adscrita esta obra desconocida hasta momentos muy recientes para los estudiosos del artista, donde éste ha representado el camino que Jesús, siendo niño, hizo con su familia hacia Jerusalén, preludio del que realizaría en la última etapa de su vida pública para morir crucificado, circunstancia simbolizada aquí por la pequeña cruz que Jesús porta entre sus manos y hacia la que, tanto María como José, parecen dirigir sus miradas.
Además de otros elementos de significación contrarreformista, destaca el hecho de presentar a María en primer plano, jugando un papel fundamental en la vida de Jesús desde su infancia.
Por su coincidencia en cuanto a modelos y realización técnica, unido al hecho de proceder de una colección particular cordobesa, ha sido puesta en relación con la Sagrada Familia de la Catedral de Baeza (hacia 1672), así como con el tercer viaje del artista a Córdoba para pintar el retablo mayor de la iglesia del Convento de Capuchinos de Cabra en 1672, viaje que ya fuera relatado por Palomino, quien afirma que también realizo diversos encargos para particulares en este momento, habiéndose señalado por Navarrete Prieto su inspiración en el grabado de Schelte a Bolswert Trinidad en la tierra sobre composición de Rubens.
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