Una de las obras que más fama dieron a Antonio del Castillo, justificando las numerosas copias que, de ella, se hicieron, fue ésta de la que refirió Palomino que, ya en su tiempo, se encontraba muy deteriorada por estar expuesta al sol en el claustro del Convento de San Francisco.
Narra la aparición de la Virgen al Santo español en la cátedra episcopal de Toledo, ciudad de la que sería arzobispo hasta su muerte en 667, habiendo destacado por su amor a María -sobre la que escribió u n tratado de su sagrada virginidad-,regalándole Ella una casulla para que la usara en las festividades marianas, relato de enorme éxito literario en el siglo XVII, propiciando la introducción de la figura de la anciana testigo con el cirio encendido.
El dibujo preparatorio para esta obra ha sido identificado por Priscilla Müller en uno que se conserva en el Courtauld Institute de Londres.