Al volver de Pisa y Florencia, el influjo de los primitivos italianos sobre Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) acabó materializándose en tres grandes lienzos que cuelgan en las lunetas ojivales de la cabecera del Gran Salón y que fueron concebidos de antemano para decorar este espacio del Cau Ferrat. Nos referimos a las conocidas alegorías de La Pintura, La Música y La Poesía. Realizadas todas en París en la transición entre 1894 a 1895, hoy en día estas tres composiciones son consideradas como la particular aportación pictórica de Rusiñol al movimiento simbolista, muy en boga en la Europa de fin de siglo XIX y con el que el artista se sintió identificado durante aquellos años.