La pieza titulada El nido reúne elementos dispares que en su incongruencia abren la puerta a la imaginación hacia nuevas realidades. Mediante el juego de planos, conforma un conjunto arquitectónico de perspectiva y sombras pronunciadas a la vez que introduce un elemento extraño, como es el nido de un ave que contiene un espécimen marino en su interior, dotando de un simbolismo erótico a la obra que, por sus características, evoca la escuela metafísica.