"El circo más lindo del mundo" pertenece a una serie que Barradas realizó en su mayor parte en 1918, caracterizada por una especie de horror vacui respecto del plano pictórico, el cual es sometido a una saturación rítmica y cromática que apenas permite discernir la intención figurativa que anima algunos de sus fragmentos interiores. Barradas solía procesar estas pinturas a partir de breves bocetos de café que le servían como una suerte de ayuda memoria para la elaboración plástica de taller. En esta obra vuelve a encontrarse la incorporación de letras, palabras, números –característica ya presente en sus acuarelas y dibujos de 1917–, así como la imagen infaltable de la rueda radial, un signo que adquirió estatus simbólico en sus pinturas del período. El carácter circense de la pintura, que su título enfatiza, no radica tanto en lo representado como en el carácter festivo y juglaresco del espacio pictórico, dominado por el contraste de opuestos: los verdes- azules por un lado y los rojos-amarillos por el otro. Incorpora también reminiscencias infantiles (las muñecas, los carros de juguete, los juegos giratorios, los globos), un tema caro al artista, quien desde 1916 se interesó por la pedagogía de la imagen para el mundo infantil.
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