La búsqueda por parte de Ballester de una poética del espacio vacío ha dado como fruto la serie Espacios ocultos, que incluye reinterpretaciones de obras maestras de la historia del arte, que el autor rehace alterando digitalmente imágenes fotográficas de esas pinturas del pasado, con el fin de generar ausencias turbadoras. Obras como Las Meninas de Diego Velázquez (1656) permiten a Ballester volver a visitar obras de siglos pasados, abordarlas sin tener que renunciar a su propio tiempo. El cuadro más conocido de Velázquez, Las Meninas, es una composición compleja pintada con un talento asombroso que se manifiesta en el uso de la perspectiva, el tratamiento de la luz y la representación de la atmósfera. Las pinturas que cuelgan de la pared reflejan nobleza y encapsulan el conocimiento de los mejores artistas europeos del siglo XVII; sin embargo, la profundidad de campo de la pintura, que limita la atención a las figuras y objetos situados en primer plano y difumina el fondo, anticipa las técnicas fotográficas futuras.