Una vez trasladada su residencia a Madrid con motivo de haber sido nombrado profesor de modelado y vaciado en su Escuela de Artes y Oficios y en contacto con el importante movimiento artístico de la capital de España, la escultura más experimental de Inurria llega a su momento más áureo, teniendo a la mujer casi como exclusivo protagonista conforme a los ideales modernistas de la belleza y sin perder sus raíces inspiradoras en la obra del francés Augusto Rodin.
A este periodo, pertenece este desnudo que es tanto una alabanza a la voluptuosidad femenina en su naturaleza ideal como un canto a la peculiaridad de la tierra andaluza simbolizada en la uva generadora del vino. Con él, concurrió a la Exposición Nacional de 1920, en la que, por primera vez, obtuvo una medalla de honor que le suponía el reconocimiento oficial más importante de su carrera. Conservado en su colección particular, fue adquirido a su viuda por el Ayuntamiento en 1943, siendo igualmente depositado en el Museo.