La obra representa a la Virgen sentada en un trono con escenario arquitectónico en perspectiva geométrica lineal y el Niño sentado en su regazo. La escena viene enmarcada por un arco sobre pilares cuadriformes y, en los espacios que el trono deja a izquierda y derecha, aparecen sendos paisajes urbanos monumentales.
Obra de Pedro Romana, de quien se piensa que su verdadero nombre era Pedro Fernández, manifiesta el gusto desarrollado durante el reinado de Carlos V por el Renacimiento italiano y la perspectiva lineal.