La producción de Botero ha sido ampliamente mirada a la luz de sus contemporáneos literatos del boom latinoamericano encabezado por Gabriel García Márquez, con quienes comparte la ironía frente a la idiosincrasia de los países latinoamericanos, la violencia como elemento de la cotidianidad y la religión como arraigo de una sociedad mojigata y machista. En "El viudo" la violencia parece implícita en el tema de la temprana ausencia de la madre-esposa, a la que se le ha consagrado un altar con su juvenil imagen, una veladora y un rosario. Sin embargo, lejos de remitir a la desgracia o ser entristecedora –a pesar de los rostros bañados en llanto de todos los personajes de la escena, incluyendo el perro–, la pintura parece hacer risible la fría e inexperta actitud maternal de un padre en una sociedad que otorga este rol con exclusividad a la mujer. De esta forma, el amor y la muerte como temas de la narrativa latinoamericana coinciden con la tragicomedia que Botero plantea en esta imagen.