Lucas Cranach participa de la máxima reformista: “Sola Gratia, sola Fide, sola scriptura” y ésta transciende en su pintura. La suya es una pintura narrativa que representa en imágenes los textos sagrados. Su obra obedece al impulso propagandista de la Reforma dentro de una sociedad iletrada para la que era preciso hacer comprensible el texto sagrado en su literalidad. La mecánica pictórica utilizada es la creación de emblemas, arquetipos, cuya composición visual se ciñe estrictamente a los textos. Aquí se reproduce el pasaje bíblico del evangelio de San Juan que precede al bautismo de Cristo: “Al día siguiente vio venir a Jesús y dijo: He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Juan 1,29). Las imágenes no pueden ser más elocuentes ni más fieles efigies del mensaje sagrado: San Juan de rodillas, ataviado con la piel de camello, como corresponde a su condición de profeta: “la voz que clama en el desierto” (Juan 1.20) está representado como niño arrodillado ante Jesús a quien señala con su mano derecha mientras la izquierda se apoya sobre el cordero aludiendo a la representación mas clasicista del santo; con ambas manos señala a Cristo. Jesús efigiado como emblema de salvación sostiene la cruz del martirio con la izquierda, mientras con la mano derecha hace el signo de la bendición. En la base de la cruz se enrosca la tentación, la serpiente de Eva que intenta morder los pies del Niño mientras éste pisa vencedor la calavera y el monstruo que le acompaña que no son otros que la muerte y el pecado.