Héctor Poleo, artista esencial en el arte moderno venezolano, se nutrió del realismo social y del muralismo mexicano. A principios de la década de 1940, luego de una serie de viajes a los territorios andinos de Ecuador, Colombia y, especialmente, a San Rafael de Mucuchíes, en los Andes venezolanos, comenzó a incorporar imágenes de los campesinos de la región en sus pinturas, en consonancia con los programas de aquellos movimientos artísticos. En "Tres figuras en marcha", tanto el título de la obra como la actitud corporal de los personajes remiten a la intención resolutiva de transitar y trasladarse. Las figuras retratadas son, sin embargo, sumamente misteriosas: la relación entre la mujer que encabeza el grupo y el hombre en el centro es incierta. Apenas se atisba un vínculo consolidado a través de la rama que ella lleva con firmeza, como guiando al personaje masculino. Ese contacto y la expresión del rostro del hombre hacen pensar que Poleo quizá refiera en esta obra a la dificultad de visión que lo afectó desde niño, un tema que trabajó extensamente en distintas etapas de su carrera.