La serie de Venus refleja el compromiso constante de Dine, desde la década de 1970, con una tradición artística más antigua y, concretamente, su profundo interés por la antigüedad, que también se ve reflejado en una serie de dibujos inspirados en esculturas griegas y romanas antiguas expuestas en colecciones museísticas y que el artista comenzó a realizar a mediados de la década de 1980. Aunque sus múltiples versiones de la Venus de Milo evocan inevitablemente a la reproducción infinita, la transformación del objeto de arte en un artículo comercial y la degradación kitsch que ha sufrido la simbólica escultura desde su recuperación de la isla de Melos en 1820, este motivo ha servido más como contexto que como eje central de la obra del artista. Al decapitar y alterar su conocida forma sin brazos y parcialmente cubierta, Dine transforma la Venus de Milo en una figura arquetípica menos específica y más universal. Además, a pesar de repetir el motivo, ninguna Venus es idéntica a otra. Las tres figuras de Tres Venus españolas rojas parecen indistinguibles a simple vista pero, si se observan con detenimiento, aparecen sutiles diferencias entre los cuerpos cubistas. Este imponente conjunto de figuras, encargado especialmente para el Atrio del Museo Guggenheim Bilbao diseñado por Frank Gehry, evoca ligeramente algunos temas tratados en la historia del arte, como el Juicio de Paris o las tres Gracias.