Símbolo de la nueva religión romana, la imagen del hombre togado y cubierto con velo representa al pater familias que ofrece sacrificios a los dioses delante del altar. Es dueño absoluto de su hogar y responsable de su familia, según le reconoce la ley y, como tal, cuida de sus tradiciones religiosas. Toma como modelo la imagen del emperador Augusto, cabeza del Estado y Pontífice Máximo.