DJ/BA00686. Manuel Ángeles Ortiz articula un elogio al sentimiento desnudo de adjetivos, mediante un lenguaje plástico cubista propio de su condición de artista español en la Escuela de París, por eso esta obra se convierte en un ejemplo magistral de equilibrio entre emoción y sentimiento. Percibimos las fibras del alma oriental que el artista cultivó en Granada, y que quizá le inspiraron a elogiar al Greco, en sus repetidas series de la década de los sesenta y setenta.
© Manuel Ángeles Ortiz, VEGAP, Jaén 2004.
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