El capitel que corona esta escena justifica con su iconografía la descendencia divina de Cristo, subrayando su doble naturaleza. En él se representa una Trinidad: Dios como paternitas, es decir, abrazando en su regazo a Cristo niño, y, en la parte superior, al Espíritu Santo en forma de paloma. En los laterales del capitel, unos ángeles con incensarios acompañan la escena.