La pintura flamenca sobre tabla gozó de gran aprecio en España, en el ámbito de la devoción privada. Desde el siglo XV los trípticos, retablos, dípticos y polípticos pintados por los maestros de Brabante, Bruselas y Amberes fueron masivamente importados a través de las ferias castellanas o directamente encargados a Flandes por medio de agentes comerciales.
A Marcellus Coffermans, activo en Amberes entre 1549 y 1575, se atribuyen muchas tablas conservadas en nuestro país. Su estilo arcaizante se combina en este tríptico con una oración puesta en vigor por la Contrarreforma católica en la época contemporánea al pintor, el Oficio Parvo de la Virgen María.