Un escenario con cortinajes rodea a la Dolorosa postrada de rodillas que junta sus manos en actitud orante. Portando traje de duelo, reposa sobre una peana de orfebrería con cuatro angelitos, flanqueada por jarrones con flores. Es un verdadero retrato, representación de la escultura que se veneró en el Convento de la Victoria de los Padres Mínimos de Madrid y que, por encargo de la reina Isabel de Valois, realizó Gaspar Becerra en 1563. La fama de esta imagen llegó a la Nueva España donde se le dedicaron capillas en las catedrales de México y Puebla y una iglesia en Oaxaca.