Este lienzo, pintado durante el verano de 1910 en la playa de Zarauz, muestra a toda la familia Sorolla bajo un toldo que el espectador no ve. Los personajes van vestidos elegantemente y la playa se convierte en un ámbito de representación social, burgués y cosmopolita, más que un lugar de disfrute espontáneo.
Sorolla y su familia son partícipes de un fenómeno que se consolida en estos momentos entre la nobleza y las familias adineradas: el turismo de estancia o turismo residencial. En el caso de Sorolla las estancias se producen, con excepciones, en las zonas costeras, convirtiéndose el pintor en un cronista del "playismo", fenómeno que se generalizó en un momento más tardío, hacia los años 30. En época de Sorolla el turismo de costa consistía en la toma de baños de ola, siendo recomendadas la brisa y el agua del mar por sus propiedades terapéuticas. A esta concepción de la playa como lugar de ocio se ajustaban preferentemente las zonas del norte como San Sebastián, Santander o Biarritz, donde el clima más fresco hacía compatible la playa con la elegancia en el vestir.