En el paisaje trabajado con acuarela, se reducen los elementos y el color es menos vibrante. Un amplio celaje cargado de nubes cubre la totalidad de la tela creando un espacio imponente interrumpido por la pequeña franja que delimita el horizonte. En la parte inferior aparece un extraño carruaje jalado por una figura espectral. La proporción del espacio y la relación entre los componentes crean una atmósfera amenazante, envuelta en la leyenda, el mito y su propia imaginación.