Vasija que representa una figura masculina sentada con las piernas flexionadas. Esta figura viste un tocado elaborado con bandas cruzadas unidas a un apéndice con forma de cuerno que sobresale de la frente. En la parte de atrás de la vasija, el cuello es corto y aparece truncado. Además, lleva un taparrabos y un collar hecho de conchas dispuestas en forma de pétalo. Se han descubierto figuras con un cuerno en la cabeza en diferentes yacimientos arqueológicos de Mesoamérica, que abarcan un amplio periodo cronológico y variados estilos, pero este elemento aparece representado con particular frecuencia en la cerámica de la región de Colima. Según Furst ("Simbolismo chamánico, transformación y deidades en el arte funerario del Occidente", 1998), el cuerno es un símbolo asociado a lo sobrenatural y los poderes chamánicos desde la antigüedad prácticamente en todo el mundo. Se ha sugerido que las piezas de Colima con este atributo podrían representar a los chamanes o a los guardianes de sus tumbas. Estas figuras solían encontrarse en las llamadas "tumbas de tiro", que se caracterizan por sus cámaras funerarias excavadas a gran profundidad y unidas a la superficie por un pozo o tiro vertical. La arqueología identifica estas tumbas como características de sociedades con un cierto grado de complejidad, con una estructura social internamente jerarquizada y cuyas élites habrían participado en redes de intercambio bien organizadas de nivel regional.