Escena de paisaje de gran relevancia, por su estética eminentemente representativa del paisajismo romántico, y también como plasmación de un hecho histórico. Desde una visión panorámica de marcada tendencia apaisada, el puente colgante que cruza el río ocupa el centro de la composición, con la ciudad de Fraga y un paisaje rocoso al fondo, y el primer plano con multitud de personajes populares en un ambiente festivo. La grandilocuencia del paisaje contrasta con las pequeñas figuras que lo pueblan, añadiendo el elemento pintoresco y costumbrista. Esta concepción escenográfica y la calidez de los valores cromáticos, especialmente en el celaje, son los característicos en Villaamil, paisajista romántico español por excelencia, seguidor de las corrientes de ascendencia inglesa. El Puente de Fraga, también llamado de San Isidro, fue construido sobre el río Cinca en sustitución de la antigua estructura de madera, que frecuentemente era abatida bajo las crecidas del río. Así, por Real Orden se aprueban el 26 de septiembre de 1844 las condiciones para la construcción del puente colgante, que se prolongaría desde 1845 hasta su inauguración, el 12 de abril de 1847, según recogen las informaciones de Madoz. Sin embargo, también cedería en 1852 la nueva estructura realizada en hierro. Símbolo del proceso de la industrialización española durante la época isabelina, este cuadro ilustra el progreso hacia un nuevo orden económico y social.