La pintura de paisaje fue uno de los géneros más apreciados en Holanda. Jacob van Ruisdael, que perteneció a una ilustre familia de artistas, fue sin ninguna duda su mejor representante. Esta obra, a pesar de la gran madurez compositiva que desprende, se inscribe en su etapa de juventud y refleja la influencia de Jan van Goyen, Hercules Pietersz Segers y Hendrick Goltzius. La perspectiva está perfectamente lograda, a lo que contribuye la línea del horizonte más baja de lo habitual que dota al cielo de mayor protagonismo. La utilización de la luz y el juego de claroscuro reflejan la huella de Rembrandt.