Esta obra, muy representativa del estilo de García Rodríguez, nos muestra un paisaje de los alrededores de Sevilla, ciudad en muchas ocasiones plasmada por el artista, que normalmente capta las zonas del puerto o el río. En esta ocasión, sin embargo el lugar escogido por el pintor es la zona del Prado de San Sebastián, pudiendo apreciarse al fondo la tapia del Alcázar, sobresaliendo por encima de ella una Giralda algo desproporcionada. En primer plano dispone a dos personajes montados en burro que dan aire de cotidianeidad a la escena. Destacan en esta composición el moderno tratamiento lumínico del cielo, con tintes melancólicos, y un dibujo bien resuelto y sencillo.
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