Los “enconchados” dan cuenta de la influencia oriental que existió en el virreinato de la Nueva España. Cada año llegaban a América muebles y biombos embutidos de nácar, traídos desde oriente. A partir de ello, hacia finales del siglo XVII se desarrolló la técnica que caracteriza a los “enconchados”, la cual dota a las obras de un efecto lumínico especial, así como de riqueza material. La pieza aquí mostrada es una entre las numerosas guadalupanas enconchadas que se realizaron en el siglo XVII, copias del ayate, motivo de un fenómeno cultural en la Nueva España. Por sus excepcionales características es posible que este ejemplar sea producto del trabajo de algún taller de pintura del siglo XVII. Pocos enconchados presentan embutidos de concha en forma tan precisa, lo cual nos hace pensar que los artistas que ejecutaron esta tabla tenía un manejo excepcional de la técnica. Si se observa cuidadosamente, todo el resplandor de la Virgen lleva una serie de delgados fragmentos perfectamente ensamblados que dotan de gran luminosidad y atraen nuestra atención hacia una de las imágenes devocionales más difundidas a lo largo de la historia de México