Este lienzo de formato ochavado (ocho lados) representa un momento familiar de la vida de María y su Hijo, la lactación, pero al ubicar a los personajes en el cielo, la Virgen sentada sobre una Luna creciente, el pintor desplaza la acción íntima al ámbito celestial, sacralizando la acción.
La composición recuerda dos diferentes grabados de Alberto Durero. El primero muestra a la Virgen sentada sobre un escalón acojinado, cargando en brazos a Jesús, envuelto en paños, de manera similar a como se ve en la pintura; en tanto que en el segundo, ella está sobre la Luna, si bien en una posición más dinámica, guardando semejanza con la obra novohispana. Quizá el pintor no se inspiró directamente en las estampas, pero participó sin duda de la devoción mariana que gustaba de estas imágenes en que lo humano, representado por el acto de amamantar, y lo divino, expresado por medio del ambiente en el que se desarrolla la escena, quedaban amalgamados. La obra virreinal, quizá del siglo XVII, tiene la particularidad de mostrar francamente el seno de la Virgen, que aunque fue pintado como parte de esta devoción ligada a la humanidad de Cristo, en el virreinato fue comúnmente censurado en fechas posteriores por considerarlo poco pudoroso para la imagen de María.