Gerard David fue uno de los artistas más importantes de la ciudad de Brujas a finales del siglo XV y el primer cuarto del siglo XVI. Su brillante colorido y precisa pincelada convirtieron sus pinturas en preciadas creaciones que asombraban por su detallismo. La Virgen aparece aqui como la nueva Eva con la manzana en la mano y sosteniendo con sus elegantes manos al niño. La composición parece derivar de alguna pintura creada en el taller de otro gran maestro anterior, Rogier van der Weyden. En segundo plano se dibuja minuciosamente la vegetación entre la que destacan una rosa gallica y un lirio, ambas utilizadas como simbolos premonitorios de la pasión de Cristo. En el fondo de la escena aparece un telón arquitectónico posiblemente reinventado, en parte, por el artista.