Esta composición, de gran simetría, retoma un modelo derivado de las Vírgenes de la Misericordia medievales, devoción cartujana por excelencia. Aparece la Virgen de pie, en el centro de la composición, acogiendo bajo su manto, extendido por dos pequeños ángeles, a unos frailes cartujos que se arrodillan a ambos lados (seis de en cada grupo) en actitud devota. A los pies de la Virgen, se disponen rosas y jazmines recreados con el detallismo propio de los bodegones de Zurbarán.
El manto, divide la escena en dos planos: el terrenal, en la zona inferior, ya descrita y el celestial, con predominio del dorado en la zona superior, en la que se recrea la aparición del Espíritu Santo en forma de paloma rodeado de querubines. Destaca en esta obra, el excelente trabajo colorista del pintor, así como los matices rosas para la túnica y azules para el manto que contrastan con el blanco de las hábitos de los cartujos y la oscuridad de la parte interior del manto. Esta pintura forma parte de la serie que los monjes cartujos encargaron a Zurbarán con destino a la Sacristía del Monasterio sevillano.