La escultura producida en Flandes de 1475 a 1530 es reconocible por su forma estereotípica: caras redondas, párpados pesados, ojos pequeños, rizos abundantes y limpios. Las telas caen pesadas en pliegues angulosos. Uno de los mayores centros productores de ellas fue la ciudad de Malinas, donde se realizaron las llamadas "muñecas", pequeñas esculturas en nogal, roble o álamo, ricamente policromadas y destinadas a altares domésticos. Estos modelos llegaron incluso a América convirtiéndose en epicentros del nuevo culto, por ejemplo, Nuestra Señora La Conquistadora, de Puebla. Es notable su supervivencia, pues las sucesivas oleadas iconoclastas protestantes destruyeron gran cantidad de ejemplares.