En los sedimentos acumulados sobre las ruinas del edificio cristiano del siglo IV d.C. existente en el centro de la ciudad se documentó el enterramiento de dos personas en una fosa común, fechado en el siglo VII d.C. gracias al hallazgo de una hebilla visigoda en la cintura de una de ellas.
El análisis de los huesos conservados así como su posición revelan que se trata de dos asesinatos cuyos cuerpos fueron ocultados en esta fosa. La persona que se encuentra en el nivel inferior fue arrojada a la fosa cuando ya estaba muerta, quedando con los brazos extendidos y las piernas flexionadas hacia la derecha por la inercia; y la persona que se encuentra en el nivel superior pudo ser asesinada en ese mismo lugar, como muestran los brazos en posición de defensa.