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Vista de Toledo muestra una perspectiva de Toledo y del río Tajo desde un sitio elevado al sudeste de la ciudad, que resplandece entre la intensidad azul del cielo y el río. La pincelada marca un ritmo dinámico, fragmentando la luz en los techos, torres y puertas, recorriendo la curvatura de los arcos, calles y murallas, y definiendo hendiduras en las pendientes graníticas; predominan los tonos ocres, verdosos, rosados, sienas y grises. La ciudad se refleja en el río, de donde parten diagonales que rematan en las torres puntiagudas de la Catedral en el extremo superior izquierdo y del Alcázar en el derecho. En el primer plano, un grupo de árboles establecen un contrapunto cromático. Abajo, a la izquierda, se lee la firma del artista: “DIEGO M RIVERA 1912”.

Diego Rivera partió a Europa en 1907 y permaneció allá catorce años, con un breve interludio entre los 1910-1911 cuando viajó a México para participar en una exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Las obras que realizó durante esos años muestran la variedad de su itinerario estilístico; Rivera se interesó por los modernistas españoles, los impresionistas, posimpresionistas, Cézanne, Renoir, Ingres. En 1913 inició una fructífera producción cubista -trascendente para su ulterior desarrollo artístico- que abandonó en 1917, cuando comenzó a estudiar a profundidad a Cézanne. Para conocer y comprender la etapa europea de Diego Rivera debe acudirse a la investigación del historiador del arte Ramón Favela.[1] Por él sabemos que la participación del artista mexicano en los círculos de vanguardia parisinos fue relativamente tardía y que su estancia en Toledo en 1912 significó un paso en su acercamiento gradual al cubismo, apoyándose en el estudio de la pintura de El Greco. Vista de Toledo debe entenderse como una obra protocubista. Sus formas siguen una clara intención geométrica pero su espacio se organiza mediante una perspectiva renacentista, con un punto de vista único y fijo.

Diego Rivera viajó a la región de Castilla en el verano de 1912 acompañado de Angelina Beloff. La pareja se instaló en Toledo, en una casa cercana a la capilla de Santo Tomé donde se exhibía El entierro del Conde de Orgaz. El artista había visitado esa ciudad unos años antes con su amigo el pintor Ángel Zárraga, con quien compartía su fascinación por las distorsiones manieristas de la obra de El Greco. En 1912, el paisaje toledano inspiró a Rivera cerca de una decena de pinturas en las que se aprecia una paulatina descomposición geométrica de las formas. Como se aprecia en Vista de Toledo, las características plásticas de la traza urbana de enredadas callejuelas -que debió recordarle su natal Guanajuato- permitieron a Rivera avanzar hacia una conciencia cubista de la imagen. Favela encuentra también afinidades compositivas -por ejemplo en el “impulso” diagonal de la obra- con la cartografía Vista y plano de Toledo de El Greco, que Rivera conocía bien. La Vista de Toledo fue de los últimos cuadros que realizó Rivera en España, antes de regresar a París en el otoño de 1912.

[1]. Favela, Ramón, Diego Rivera. Los años cubistas, Phoenix, Phoenix Art Museum, INBA, 1984.

Details

  • Title: Vista de Toledo
  • Creator: Diego Rivera
  • Date Created: 1912
  • Physical Location: Puebla, México
  • Physical Dimensions: Con marco: 136 x 115 X 4.5 cm Sin marco: 123 x 90 cm
  • Subject Keywords: Arte siglo XX, Óleo, Cubismo, Toledo, España, Paisaje, Alcázar, Edificios, Río, Período azul
  • Type: Pintura
  • Medium: Óleo sobre tela

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