La obra fue realizada en 1901, después de que Velasco sufrió un accidente que lo obligó abandonar las largas excursiones que realizaba al alrededor del Valle de México como parte de su proceso creativo. Debido a ello, este paisaje presenta una reinterpretación realizada a partir de la experiencia, memoria e imaginación del artista. La pieza se inserta en el último periodo de producción artística de Velasco
Los volcanes se representan en esta pintura ampliamente cubiertos de nieve. A diferencia de las estrategias que Velasco siguió en sus obras más tempranas, en esta realizó una aplicación de pintura mucho más abarcadora y saturada, generando así gruesas y extensas capas de color, cuyas texturas perfilan las formas de los colosos que las acogen, dotándolos de volumen, direccionalidad y protagonismo.