Figura votiva en forma de cercado con figuras antropomorfas

Este extraño objeto de metal, pesado y rústico, hecho por algún afanado orfebre muisca, cuenta muchas historias. Está fundido a la cera perdida en aleación de cobre y oro. No solamente el orfebre de Pasca, uno de los lugares donde los muisca trabajaban la orfebrería, no pulió y retocó el objeto luego de extraerlo del molde, como hubiera hecho su colega Quimbaya, sino que tampoco cortó los masivos conductos de fundición: los vemos abajo, junto con el botón de fundición, el lugar por donde entró el oro al molde. En realidad, por deferencia con las figuras, esta foto está al revés: el orfebre fundió la pieza cabeza abajo, lo que sí era una práctica común entre los muiscas. El metal derretido entró al molde de cerámica y polvo de carbón por el embudo que ahora es el botón, descendió por los conductos y rellenó abajo la forma de los personajes que el artesano había modelado en cera y luego calentado y extraído para dejar un vacío. Si se observa con detalle, hay una tierra negra entre los intersticios de metal: puede ser parte de ese fino polvo de carbón vegetal que los orfebres aplicaban sobre la cera cuando empezaban a crear el molde, según lo describe el cronista español fray Bernardino de Sahagún. De los personajes, dibujados en hilos que fueron de cera, llama la atención la diferencia de tamaño, la forma muisca para tratar gráficamente el tema de la jerarquía social. El mayor y más importante, con orejeras de oro, lleva en sus manos una bandeja para el consumo de rapé de yopo, un potente alucinógeno usado para la adivinación. EL