La terracota original (ampliación de la cabeza de Pequeña voluptuosidad arrodillada , 1907,ejemplo del constante afán de mejora, ampliación, diversificación de sus logros plásticos que caracteriza toda la trayectoria profesional de Gargallo, que reconsideraba, replanteaba, rehacía determinados trabajos anteriores, en todo o en parte) sufrió algunas fracturas superficiales durante la cocción, que naturalmente se han reproducido con toda fidelidad en el proceso de fundición de los bronces.
Pocas representaciones femeninas, quizá ninguna, entre las realizadas por Gargallo denotan un grado tan alto de sensualidad y serena placidez, acaso de espiritualizado hedonismo, como esta sugerente cabeza, que casi supera en dimensiones las totales de esa pequeña figura de la que procede conceptual e iconográficamente y que, pese a tratarse de un fragmento descontextualizado, logra transmitirnos las turbadoras sensaciones que fácilmente imaginamos emanan del cuerpo entero y necesariamente desnudo, seguramente casto pero no núbil, de la mujer a que pertenece. Quizá por eso Gargallo, siempre insatisfecho de sus logros, llegó al convencimiento de que la cabeza era incluso más completa que el cuerpo entero, y dejó sin terminar por completo (tal vez porque no era necesario) tanto el primer intento, en terracota, de la figura matriz como la posterior ampliación en mármol de la misma, ambas esculturas de excepcional calidad.