A mediados de la década de 1910, instalado en Florencia, Italia, Emilio Pettoruti mantenía contacto con los artistas de la vanguardia, pero también se nutría de la educación no formal que le brindaban los numerosos reservorios de obras de arte de la ciudad: conventos, iglesias y museos. Alternaba su trabajo en el taller con la dedicación al estudio de la pintura italiana del Trecento y del manierismo. Se sentaba frente a las obras de los artistas del temprano Renacimiento –Fra Angelico, entre ellos– y reproducía en sus bocetos no solo copias de los cuadros, sino también su manejo del color, procurando alcanzar la perfección de la armonía tonal. En 1916, conoció en esa misma ciudad a Xul Solar y el encuentro dio inicio a una estrecha amistad de intercambios crea- tivos que se extendería por muchos años. La figura de Xul produjo gran impacto en Pettoruti y marcó sus investigaciones y su particular lectura del cubismo, en la que las relaciones entre el color y la luz ocupan un lugar determinante. "La del abanico verde", presentada por primera vez en 1919 en el Lyceum de Milán, en una muestra en la que Pettoruti exhibió gran parte de su producción italiana, refleja ejemplarmente esas investigaciones.