Germán Gedovius, sordomudo de nacimiento, utilizó el dibujo desde la infancia como medio de comunicación con los demás. Cuando era joven, fue enviado a Alemania, la patria de su padre, con la esperanza de encontrar allí una cura para su sordera. Debido al interés que había demostrado por el arte, estudió durante más de una década en la Academia de Bellas Artes de Múnich, donde se empapó de la cultura finisecular y entró en contacto con obras de arte modernistas y vanguardistas. Al regresar a su México natal, comenzó a enseñar pintura en la Academia de San Carlos, donde contribuyó a la educación de toda una generación de artistas y fue considerado uno de los conductos importantes para llevar el modernismo a México.
La Dama de las violetas refleja el espíritu de la época. El tema de una mujer, vestida de negro y con un velo que le cubre la cabeza, es una posible alusión al duelo. Su pose aborda algunas de las principales preocupaciones de la pintura simbolista: la soledad, la búsqueda de lo eterno, la fugacidad de la vida y la inminencia de la muerte. Su atuendo es completamente europeo, hecho que refleja la influencia del continente en la vida mexicana de la clase media y media alta en el cambio de siglo. En ese momento, la influencia de la cultura europea aún no había sido reemplazada por el imaginario mexicano que llenaría el arte de la Revolución. Un paisaje abierto con un bosque como escenario de la figura de la mujer funciona como marco compositivo de la estructura del cuadro. La maestría en la representación de la luz, el uso de bordes difusos y la forma en que se aplica el pigmento para crear pequeñas pinceladas de colores complementarios ciertamente muestran evidencia del conocimiento del artista sobre el impresionismo y la pintura europea de vanguardia.