Esta imagen bien conservada de principios a mediados de la década de 1660 es característica del estilo maduro de Vermeer. A pesar de su notable interés en los efectos ópticos, el artista logró un equilibrio silencioso de colores primarios y formas simples mediante cálculos sutiles y algunas revisiones durante la ejecución de la obra. La composición se adapta a la temática de la tranquilidad doméstica, subrayada por el cuenco y la jarra, símbolos tradicionales de pureza. Este lienzo fue el primero de los trece cuadros de Vermeer en ingresar a Estados Unidos entre 1887 y 1919.