Durante el cambio de milenio, el arte público era un género de arte extendido por todo el mundo con su propio discurso profesional y crítico, así como con sus propias circunscripciones de interés y patrocinio, que eran independientes del arte contemporáneo convencional. Este tipo de arte ha recibido una excelente crítica por cumplir con el objetivo de “embellecer” los espacios sociales de alguna manera descuidados o por contribuir al desarrollo urbanístico. La diversidad y la diferenciación son cada vez más los distintivos del arte público en todo el mundo, gracias a las estrategias de imagen de las ciudades y del marketing de destino, así como de las actividades de los artistas y de los festivales y eventos internacionales. La primera década del siglo XXI supuso una oportunidad enorme para el compromiso creativo y crítico, el activismo, el diálogo social, la creación conjunta cultural y la participación colectiva. Surgieron nuevas manifestaciones de arte público, que se exhibían en medios de comunicación digitales y de Internet, en tiendas pop-up (temporales), en estudios de libre acceso temporal, en actuaciones callejeras, en activismo urbano, así como en colaboraciones arquitectónicas en paisajes, medio ambiente o diseño urbano.