Del Cafetal a la ONU

La esplendorosa trayectoria artística de Portinari comienza en un humilde pueblito perdido en las inmensas plantaciones de café del Estado de São Paulo. Después de legar al país un retrato emocionado y grandioso, en más de 5 mil obras, del pueblo, de la vida y del alma brasileña, Portinari alcanzará su ápice en los monumentales paneles “Guerra y Paz”, regalo de Brasil a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Portinari sólo recibe la instrucción primaria. Desde niño manifiesta su vocación artística. Comienza a pintar a los 9 años. Y del café a las Naciones Unidas - se convierte en uno de los mayores pintores de su tiempo.

En 1920, consiguió matricularse en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA). Allí encontró un ambiente contradictorio y tenso, marcado por las normas rígidas de la academia. Alumno libre, como explica el crítico de arte Quirino Campofiorito, “eran personas más humildes a las que no se les preguntaba si sabían leer o escribir. Se les exigía apenas una prueba de dibujo para saber si sabían dibujar”.

El año 1928 fue decisivo para la carrera de Portinari: el pintor participó en la XXXV Exposición General de Bellas Artes y ganó el Premio de Viaje de Estudios a Europa, en esa época la más alta distinción concedida a un artista en Brasil.

El período que vivió en Europa fue decisivo para su itinerario artístico. Pintó poco y pasó sus días en los museos, como describió a un amigo:

“Empecé a trabajar, pero solamente en mi cuarto, porque no consigo encontrar un atelier para mis limitados recursos (…) Sin embargo, no estoy triste, porque no estoy perdiendo el tiempo: por la mañana voy al Louvre a ver esa gente de cerca, y de noche estudio. No tengo la intención de pintar por el momento. Me siento cada vez más arcaico; frente a las exposiciones que son inauguradas todos los días y a las cosas del Louvre, quien no es bobo y ama más el Arte que el éxito, solo puede tender a este último. Aprendo más mirando un Ticiano o un Rafael que visitando todos los Salon d’Automne…”

Portinari se sentía desterrado y, en una carta enviada a una colega de la ENBA, conocida hoy como “Carta del Paladino” ‒una verdadera declaración de intenciones que Portinari seguirá hasta su último aliento‒, encontramos descritas las bases de su proyecto artístico: pintar la vida, el alma y el pueblo brasileño.

"... Palaninho es de mi tierra, de Brodowski. He venido a conocer aquí el Palaninho, después de haber visto tantos museos, tantos castillos y tanta gente civilizada... Allí en Brasil nunca pensé en el Palaninho... Desde aquí se puede ver mejor mi tierra -pude ver Brodowski como es de verdad. Aquí no tengo ganas de hacer nada... Voy a pintar el Palaninho, voy a pintar a esa gente con esa ropa y de ese color..."

Al volver a Brasil, en 1931, el artista recomenzó a pintar intensamente. El año 1934 fue particularmente importante. Portinari pintó “Los Despejados”, su primer obra con temática social.

Su lienzo “Mestizo” fue adquirido por la Pinacoteca del Estado de São Paulo, la primera institución pública que incluyó una obra de Portinari en su acervo.

A partir de los años 1930 y hasta el fin de su vida, Portinari experimentaría un período de intenso reconocimiento internacional. En 1935, participó de la exposición del Instituto Carnegie, en Pittsburgh, presentando su lienzo “Café”, y conquistando con él la Segunda Mención de Honor de la exposición (ese mismo premio había sido atribuido el año anterior a Kokoschka, y una año después a Salvador Dalí).

En 1940, presentó la exposición individual Portinari of Brazil, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA)

En 1941, la Universidad de Chicago publicó el álbum Portinari. His Life and Art, la primera biografía del artista. El mismo año, Portinari presentó una exposición en la Galería de Arte de la Howard University, en Washington (en la inauguración, la primera visitante fue la entonces Primera Dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosvelt).

Ese intenso trabajo y su repercusión le rindieron una invitación para pintar los murales de la Fundación Hispánica de la Biblioteca del Congreso en Washington, inaugurada en 1942.

La temática social, la visión humanística de su trabajo y su compromiso con la vida cultural y política brasileña lo motivaron, en 1945, a afiliarse al Partido Comunista Brasileño, al lado de un gran número de intelectuales y artistas de su país.

En 1946, Portinari fue invitado por Germain Bazin, el entonces curador del Museo del Louvre, admirador y amigo del pintor, a realizar una exposición en la Galerie Charpentier.

Portinai presentó 84 trabajos, entre ellos la serie “Retirantes”, con obras que denunciaban de forma extremadamente conmovedora e incisiva las desigualdades, la pobreza y la injusticia que afectaban a las poblaciones del Nordeste brasileño expulsadas por la sequía hacia el sur.

El poeta Louis Aragon pronunció el discurso de apertura de la exposición:

“Aquí, Portinari no es considerado un extranjero; Portinari es un gran pintor que habla nuestra misma lengua, esa lengua que engrandece a los franceses, brasileños, hombres; esa gran lengua que nada puede hacer callarla, ni las consideraciones escolásticas, y que, sin embargo, es rica en enseñanzas de los maestros modernos de la gran tradición de la pintura”.

Jean Cassou, el entonces director del Museo de Arte Moderno de París, escribió:

“La exposición de sus obras, presentadas en este momento en París, muestra la diversidad, la libertad y el poder de su genialidad. Portinari es ciertamente el mayor pintor de América Latina y uno de los más grandes pintores contemporáneos (…)”

Germain Bazin declaró:

“(…) He aquí un artista que pinta no apenas por el placer de pintar, sino para liberar el impulso lírico y dramático que carga con él. Su trabajo no es una especulación de ‘atelier’ para ser objeto de discusiones estéticas interminables por parte de aficionados y de críticos. De la misma forma como los maestros del pasado, Portinari, en sus andamios, pinta para los otros en frescos o témperas, grandes conjuntos laicos o religiosos de su país o de los Estados Unidos. Esos conjuntos no son de forma alguna ‘decorativos’, porque en esas obras viven seres humanos asociados no a gestos gratuitos, generadores de arabescos y de armonías, sino al drama humano....

Por ocasión de esa exposición, el gobierno francés le concedió a Portinari la Medalla de Caballero de la Legión de Honor, por lo que René Huyghe declaró:

“(…) Me siento feliz al ver que París le haya colocado en el lugar que le corresponde, entre los grandes pintores de nuestro tiempo, feliz al ver que el gobierno haya ratificado a través de este gesto la elección de la opinión pública.”

En 1947, partió a la Argentina, donde presentó una exposición en la Galería Peuser, precedida de varias reuniones con artistas e intelectuales argentinos. Ese viaje coincidió con la exposición Portinari de Brasil, en la Pan American Union, en Washington. Esa sería su última exhibición en los Estados Unidos durante 12 años. Esta ausencia de la escena americana reflejaba el conflicto entre las posiciones políticas de Portinari y el macartismo que reinaba en América en aquel momento. La Guerra Fría estaba en su plenitud.

La represión a los comunistas en Brasil durante el gobierno del presidente Eurico Gaspar Dutra llevó a Portinari a exiliarse en Uruguay, hacia finales de 1947, donde permaneció hasta fines de 1948, habiendo pintado en esa ocasión el lienzo “Primera Misa en Brasil”.

En 1949, el artista fue convidado a participar, en Nueva York, de la Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial, pero la embajada de los Estados Unidos le negó el visto, debido a su vinculación con el Partido Comunista. Imposible de comparecer, él envió su mensaje por telegrama.

"La lucha por la paz es una decisiva y urgente tarea. Es una campaña de esclarecimiento y de alerta que exige determinación y coraje. Debemos organizar la lucha por la paz, ampliar cada vez más nuestro frente antiterrorista, trayendo para ella todos los hombres de buena voluntad, sin distinción de creencias o de razas, para así unidos, los pueblos del mundo entero, no sólo con palabras pero con para llevar a la victoria final la gran causa de la Paz, la Cultura, el Progreso y la Fraternidad entre los pueblos."

En 1950, recibió la Medalla de Oro Internacional de la Paz por la obra “Tiradentes” concedida por el Consejo Mundial de la Paz. Recibió también la Medalla de Oro otorgada por el International Fine Arts Council (IFAC) de Nueva York, como el mejor pintor del año.

En 1952, Portinari fue convidado por el Gobierno Brasileño para pintar los paneles de “Guerra y Paz”, cuyo histórico es presentada en esta exposición.

En 1956, fue el primer pintor no judío en ser convidado por el Presidente del Estado de Israel, Ben Zvi, para presentar una exposición itinerante que acabaría por ser parte del libro Israel, publicado en Italia.

Portinari entrega “Guerra y Paz”. Los paneles, de 14m x 10m cada uno, fueron realizados al óleo sobre madera compensada naval, durante nueve meses, con la ayuda de Enrico Bianco y Rosalina León. Antes de ir a la sede de la ONU en Nueva York, el presidente de la República, Juscelino Kubitschek, inaugura la exposición de los paneles en el Teatro Municipal de Río de Janeiro. Fue la primera y única vez que Portinari vio “Guerra y Paz” puestos en pie. En la inauguración de la exposición, el presidente Kubitschek entrega a Portinari la Medalla de Oro concedida por el International Fine Arts Council, en 1955.

Al año siguiente, Portinari expuso nuevamente en París, en la Maison de la Pensée Française. En abril de 1958, la Exposición Universal de Bruselas recibió la retrospectiva: 50 Años de Arte Moderno. Portinari fue el único pintor de América Latina invitado a participar de la exposición. Su obra “Entierro en la hamaca” (“Enterro na rede”), una pintura de la serie “Retirantes”, fue elegida para figurar entre las cien obras primas del siglo.

En ese mismo año, Portinari fue el único artista extranjero especialmente invitado a la Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado del Museo de Artes Plásticas de México. El salón VIP fue reservado para albergar sus obras, y él mismo formó parte del jurado.

El crítico Enrique Fernández G. consagró un voluminoso artículo a Portinari:

“En este momento, en 1958, este hombre está en México, en el Museo Nacional de Artes Plásticas, donde ocupa el salón de honor que le es ofrecido por un país de pintores (…) De la ternura a la furia, es Portinari por completo.”

En la ceremonia oficial, los paneles “Guerra y Paz”. Portinari no es invitado a asistir a la ceremonia, por culpa de su relación con el Partido Comunista, siendo representado por el embajador Cyro de Freitas-Valle.

"...la más importante obra de arte monumental donada a la ONU.", declara Dag Hammarskjold, Secretario General de la ONU, 1957.

En 1959, Portinari fue invitado por la Editorial Gallimard para ilustrar obras de André Maurois (Novelas), de Graham Greene (El poder y la Gloria) y de Ferreira de Castro (Floresta Virgen).

En 1963, un año después de su muerte, fue organizada la primera exposición póstuma de Portinari, en el Palazzo Reale, en Milán, organizada por su amigo Eugenio Luraghi, poeta, crítico de arte y entonces presidente mundial de Alfa Romeo y Pirelli, que escribió:

“La primera vez que uno se encuentra ante este hombre de pequeña estatura y de apariencia bastante modesta, si miramos hacia dentro de sus ojos azules y nos quedamos oyéndolo hablar, de forma sencilla, como un niño, a los niños que él ama por encima de todo, difícilmente creeríamos que estamos ante el más terrible y el más trágico pintor de nuestro tiempo”